¿Y TÚ QUE HACES CON SAVATER?


Dice mi amiga María, a la que puedo definir como una persona de izquierdas sin complejos, que no entiende qué hago yo con una persona como Fernando Savater (es un decir, imagino que política o ideológicamente alineado, no piensen cosas raras). De hecho, puedo adelantar que ni siquiera conozco en persona a este buen señor, aunque sí he estado en actos donde él estaba, y por suerte o por desgracia he leído cientos de artículos suyos y varias decenas de libros. En el último día del año voy a intentar explicarme, María, sin repetirme, pues me remito asimismo a tres entradas que ya te he enviado de este mismo blog donde explico algunas cosas.

En primer lugar, tengo que decir que su principal característica es la honestidad intelectual, algo que he predicado igualmente de otro pensador, Erri de Luca. Quiero decir que con esto que: 1) a lo largo de su trayectoria ha ido evolucionando, lo cual para mí es un sinónimo de coherencia. Soy un firme creyente en el panta rei de Heráclito, como ya he explicado en otra entrada en este blog, cambiamos y nos movemos, a veces incluso demasiado rápido, y cuando no lo hacemos, el mundo a nuestro alrededor gira y cambia, y podemos sufrir las consecuencias. Los que le acusan de que ahora está contra ETA y en los años 70 escribía casi a favor no entienden nada; le están acusando de ser un intelectual coherente, de buscar la verdad y de crecer intelectualmente. Con la edad, uno va conociendo mejor el mundo y a sí mismo, ¡y pobre del que no lo haga así! Es un poco la misma cantinela que se usa contra Rosa Díez cuando le llaman chaquetera y traidora, que gobernó con el PNV y ahora es poco menos que antinacionalista. Pues justamente, aprendió cuál es la verdadera cara del nacionalismo periférico y la verdadera cara del PSOE de ZP. ¿Quién es más coherente, el que defiende sus ideas y si el partido en el que milita no las comparte, se va y funda otro? ¿O el que critica por lo bajini, tipo Bono, Ibarra o Guerra, pero dice a todo que sí para seguir a la sopa boba? 2) Diga lo que diga, siempre lo ha argumentado y defendido sin importarle quien esté a favor y en contra, haciendo buena la frase de Malcolm X “quiero la verdad, la diga quien la diga, y sin importarme quien esté a favor o en contra”. En España muchas veces somos prisioneros del “qué dirán” intelectual, y tenemos miedo a decir esto o aquello porque nos incomoda tener compañía non grata, ya sabes, esto de “hablas como el PP”. 3) Cuando se ha equivocado, por ejemplo: dijo que confiaba ciegamente en el “proceso de paz” de ZP, no ha tenido problema alguno en reconocerlo y decir que ZP le había engañado. De algunos todavía estamos esperando una rectificación, y lo que nos queda.

En segundo lugar, ha sido una de las pocas personas que ha decidido pasar a la acción creando Basta Ya y el Foro de Ermua. En mi opinión es un punto muy destacable la decisión de pasar de intelectual de salón a ser activo en la calle, con independencia de que estemos de acuerdo con lo que defiende, y teniendo enfrente a una organización terrorista en la que unos apuntaban (muchas veces, desde la prensa escrita) y otros disparaban. Y en un clima social donde lo habitual era (y aun es) “no meterse en política” (de qué me sonará esa frase…) y mirar para otro lado, incluso desde el Gobierno que presuntamente debía garantizar la legalidad vigente, dejando la calle a los batasunos, es muy encomiable tener el valor de enfrentarse a esa situación y denunciarla desde la acción. Del tema de Euskadi no me voy a extender, por falta de espacio y porque no es el tema de esta entrada.

La tercera parte que quiero destacar es que coincido en su visión de la vida en muchas cosas: ser una persona laica, no laicista; su concepto de la educación reflejado en la muy destacable obra “El valor de educar”; su fervor antipatriótico; su lucha contra la demagogia identitaria; su visión del ciudadano de un Estado libre como sujeto responsable; su denuncia de la idolatría de la diversidad, ejemplificada así: “la verdadera riqueza humana estriba en nuestra semejanza fundamental y no en aquello que nos hace superficialmente distintos”. Su defensa de la Ilustración como ideal cívico, basado en normas que podamos compartir en el presente y en el futuro, no en rastros de un pasado folklórico distintos para cada cual. Y su destripamiento de las cosas, intentar llegar al fondo, argumentar, no quedarnos en brochazos intelectuales, y propaganda y eslóganes. Como dice él, no pretendo tener razón, pero sí razones.

Para terminar, dejo dos párrafos que suscribo plenamente y que creo que describen por qué estoy al lado de este señor, en un sentido figurado:

“No sé quien me produce más fastidio, si el cuentista progubernamental (…) o el vociferante antigubernamental que sólo hace piruetas o desplantes en espera de que lleguen los suyos con la merecida recompensa, me repelen intelectualmente por igual el cura cantando hosannas y el blasfemo profesional dedicado por rutina a cagarse en Dios”.

“Los años de lucha contra el terrorismo (…) me han hecho abominar especialmente de los gurús de la izquierda oficial que predican la utopía y libran cómoda batalla académica contra el capitalismo junto a otros males del siglo mientras se hacen los simpáticos ante el radicalismo separatista y xenófobo de nuestros abertzales, aprovechando tongue-in-cheek su potencial antisistema…aunque sea antisistema democrático. Prefiero cualquier honesto reaccionario de los de toda la vida a estos “progres” de conciencia tranquila y podrida”.

Y por cierto, feliz año nuevo a todos.

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