OTRA RUTA EN MOTO POR EL CABO DE GATA


En junio de 2014 hicimos un viaje en moto por el cabo de Gata, exploramos bastante y quedó descrito todo ello en esta entrada. Este año, por diversas razones, ha sido un año bastante complicado. De hecho, no sabíamos si tendríamos vacaciones. Al final y en el último momento decidimos repetir moto por el cabo de Gata y atar algunos cabos que quedaron sueltos en el primer viaje. No voy a repetir información ya reseñada en la anterior entrada, aunque me referiré a sitios comunes. Recomiendo para los que no lo hayan hecho leer primero la entrada anterior.

En primer lugar, el hotel donde decidimos quedarnos es sensacional. Está en Garrucha y se llama hotel Tikar. Hotel pequeño, muy bonito, bien ubicado, y atendido por personas muy amables y que te hacen sentir como en casa. Sean y Beatriz, los dueños, se preocupan que no te falte de nada. El restaurante es excepcional, y la vinoteca es un valor añadido: a Sean le gusta mucho y entiende de vinos, y bien que se cuidó de demostrarlo. El espacio de la piscina es relajante y acogedor, desayunar en él es un lujo. Podéis ver fotos en el enlace del hotel. La moto la pudimos aparcar justo enfrente de la vinoteca.

Sean y yo

Sean y yo

Decir que en esta ocasión sí que encontramos el bar de Jo. Fuimos a la Isleta del Moro y luego a Los Escullos. La Isleta del Moro estaba bastante superpoblada, y hay varias playas que la rodean de buena calidad (excepto la del pueblo, pequeña y con piedras). Aunque reservamos mesa en un restaurante con antelación, parecía haber muy pocos locales en el pueblo para comer, por lo que estaban desbordados y tardamos en comer muchísimo. También en otra ocasión intentamos ir a Agua Amarga y nos tuvimos que dar la vuelta por el fenomenal atasco que llevaba la carretera. Cosas de la globalización (a la española).

La Isleta del Moro

La Isleta del Moro

Los Escullos me gustaron mucho más. Es una playa de piedras, pero con el agua cristalina donde la gente va a hacer buceo. Y aprovechando la proximidad nos fuimos al bar de Jo. Sigues en dirección al camping y justo antes hay un camino de tierra. Siguiendo el camino durante un rato (hay que tener cuidado porque parece que nos hemos perdido) se llega al garito.

Objetivo conseguido, la bañera del bar de Jo

Objetivo conseguido, la bañera del bar de Jo

El bar tiene su gracia: consiste en unas cabañitas de madera unas al lado de otras, y una camarera que parece salida de una peli de hippies de finales de los 60. A primera hora (abren a las 7) ponen música pachanguera, pero luego ya empieza el rock. Debe tener bastante éxito en verano, porque hay dos parkings fuera. Pero con la moto, si no hay demasiadas dentro, puedes pasar una pequeña puertecita de madera y aparcar en la barra (casi). Así lo hice, y luego la tuve que quitar, porque la Electra azul a la que no dejaba salir resultó ser la moto de Jo. Allí conocimos a un chico de Sevilla, Jose (alias el Barón Rojo), que había llegado en el día y acababa de encontrar sitio para dormir. Compartimos cervezas e historias varias. Su moto es muy chula, abajo la podéis ver.

La moto del Barón

La moto del Barón

Y ese mismo día compramos una pieza imprescindible para la moto: una sombrilla. Buscamos al salir de Madrid una plegable que pudiéramos llevar en la moto, pero no encontramos. Al final compramos una de 1,60 que no quedaba mal, como podéis comprobar. Pasamos al lado de una patrulla de la Guardia Civil y no nos dijeron nada. Y evidentemente tiene su utilidad cuando vas a la playa.

La sombrilla, en rojo como la moto

La sombrilla, en rojo como la moto

Playas: mi playa favorita de todos modos es la de Carboneras. Aunque el panorama es bastante feo por los edificios industriales y la maquinaria en el horizonte, el agua está muy limpia y hay muchísimos peces para hacer snorkel muy cerca de la orilla. Así que si te gustan como a mí las playas piscineras (sin olas) y con muchos peces para sentirte como dentro de una pecera, este es tu sitio. Entre Carboneras y Mojácar hay otra cala pequeñita y muy chula, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero aquí está la foto.

La cala sin nombre

La cala sin nombre

Comida: respecto de la manduca, hay en Garrucha un sitio estupendo para comer que se llama El jardín de la paella. Los arroces están muy buenos, así como el pescado fresco, aunque el precio oscila entre 30 y 40 euros por persona. También en Carboneras recomiendo los restaurantes pegados a la playa, más baratos y de buena calidad.

En resumen, me encanta este sitio; aunque en agosto había sitios un poco petados de gente, todavía puedes extender los brazos en la playa y no tocar nada alrededor. Y la carretera de Vera a Carboneras sigue siendo de las más chulas que conozco. Próximamente prometo vídeo con música en marcha por esta carretera.

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