LO QUE VOSOTROS TENÍAIS NO ERA UN VERDADERO SOCIALISMO


Acabo de leer un libro que me ha encantado, Libre: El desafío de crecer en el fin de la historia, escrito por Lea Ypi. Es la historia de una niña albanesa que ve desmoronarse su mundo a los 11 años, cuando cae el régimen comunista de Enver Hoxa.

Quiero extraer algunos párrafos del libro que aplican a conversaciones que he tenido hace poco con amigos míos de izquierdas, y que se resumen en que el denominado socialismo real no es el verdadero socialismo (o comunismo). En este texto la autora habla de la reacción de sus amigos socialistas de la universidad en Italia cuando les cuenta que es albanesa y ha vivido en la Albania de Hoxa:

«Que me apropiara de la etiqueta de socialista para describir mis experiencias y, al mismo tiempo, asimilarlas a su compromiso político era algo que a veces les parecía una provocación sospechosa a mis amigos universitarios (…) Lo que vosotros teníais no era un verdadero socialismo, me decían casi sin poder disimular su irritación. Mis historias sobre el socialismo en Albania y mis referencias a los demás países socialistas que nos habían servido de modelo eran, en el mejor de los casos, toleradas como los típicos comentarios bochornosos de una extranjera que aún estaba aprendiendo a integrarse. La Unión Soviética, China, la República Democrática Alemana, Yugoslavia, Vietnam, Cuba, tampoco había nada socialista en ellos. Todos eran considerados los merecidos perdedores de una batalla histórica a la que todavía no se habían sumado los verdaderos y auténticos portadores de este título.

Y sin embargo, el futuro al que aspiraban, así como el futuro que en su momento encarnaron los estados socialistas, se inspiraba en los mismos libros, en las mismas críticas a la sociedad y en los mismos personajes históricos. Pero, para mi sorpresa, lo consideraban una desafortunada coincidencia. Todo lo que había salido mal en mi lado del mundo se debía a la crueldad de nuestros líderes o a la naturaleza particularmente atrasada de nuestras instituciones. Creían que no había nada que aprender de aquello. Que no existía peligro de repetir los mismos errores ni razón alguna para reflexionar sobre lo que se había logrado y por qué se había destruido.

Es muy fácil decir «lo que vosotros teníais no era lo verdadero»; la frase puede aplicarse al socialismo, al liberalismo, a la Iglesia católica, al Islam o a cualquier otro híbrido compuesto de ideas y realidad. Así se quita peso a la responsabilidad individual. Dejamos de ser cómplices de las tragedias morales creadas en nombre de las grandes ideas y ya no es preciso reflexionar, pedir disculpas ni aprender».

Como dice Slavoj Zizek en un artículo en El País sobre este libro, «no se trata de cambiar el mundo a ciegas; se trata, primero y ante todo, de ver el mundo y comprenderlo».

Y yo a mi edad ya no aspiro a refutar religiones (paganas). No aspiro a ningún paraíso en la tierra, sino a un mundo un poco mejor. Defiendo mi derecho a equivocarme, y también a la libertad frente a la liberación. Abrazo la responsabilidad individual, aunque a veces pesa mucho. Y sigo creyendo que los dos grandes males pasados y actuales de la Humanidad son dos fervores, el nacionalista y el religioso.

Y creo en las ideas frente a las ideologías.

2 comentarios en “LO QUE VOSOTROS TENÍAIS NO ERA UN VERDADERO SOCIALISMO

  1. Interesante, como siempre, tú reflexión. Me pregunto si no hay muchas (demasiadas) personas que prefieren la liberación a la libertad. Otros muchos prefieren la libertad, pero que les guíen cuando están perdidos (sólo les interesa las apuestas ganadoras). Otros abogan por la libertad individual sin límites, con frecuencia sin ningún sentimiento de solidaridad social. Probablemente sean pocos los que creemos en una libertad responsable y asumiendo todas sus consecuencias.
    Saludos Josejazz.

  2. Muchas gracias por su comentario. Es posible que demasiadas personas prefieran la liberación a la libertad, entendido como que otro se ocupe de sus problemas. En el fondo es (creo) una cuestión de madurez, de solucionar uno mismo sus problemas, y ahí entra como apunta muy juiciosamente la libertad responsable y la asunción de las consecuencias de los propios actos. Vamos, lo que viene a ser una persona adulta, cada vez menos común en la sociedad infantilizada que hemos creado. Un saludo.

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