LA VIDA…IBA EN SERIO


En 1989 tenía veinte años llenos de inocencia. Treinta años después, me estoy acordando mucho estos días del principio de una película que ha quedado como una de mis favoritas, Cinema Paradiso. Recuerdo ver un señor con el pelo blanco, alrededor de los cincuenta años, conduciendo un Mercedes de noche, dejando a su espalda el Altar de la Patria, en Roma. Quitándose el traje y la corbata, bien entrada la noche, en lo que parecía una habitación de hotel bastante suntuosa.

Recuerdo perfectamente ver a ese señor de pelo blanco pero con buen aspecto, tumbado en la cama, con los ojos abiertos y meditando, posando su cabeza sobre la almohada. Y sintiéndome muy lejano al personaje.

Y ahora ese señor soy yo. Sin darme cuenta, con alevosía y quizás nocturnidad. «Panta rei, decía Heráclito, todo fluye; y junto con el todo, transcurre también la vida, sin que podamos hacer nada para detenerla. Son voces e imágenes que vienen del pasado. Se encabalgan, se mezclan, se confunden» (Luciano de Crescenzo).

Sí, ese señor soy yo. Me acabo de dar cuenta. La sabiduría y la edad me han alcanzado al mismo tiempo, en una carrera lenta pero constante. No me fui de mi pueblo, no dejé de visitar a los míos, no tengo un Mercedes, y he alternado el traje y la corbata con vestimentas más pedestres. No tengo una casa suntuosa, pero sí he habitado muchos hoteles. Mi pelo no es tan blanco como el personaje de Salvatore Di Vita, pero sí que peino muchas canas. Perseguí mis sueños y todavía lo hago. Y ahora que ando cada vez más corto de vista, puedo decir como Alfredo: «ora che ho perso la vista ci vedo di piu», o sea, ‘ahora que he perdido la vista, puedo ver más claramente».

Y es que llega un momento que nos damos cuenta que la vida iba en serio…Claramente percibo ahora los errores cometidos, algunos muy groseros. Entiendo que no tiene sentido preguntarse o preocuparse por ellos, porque sólo vamos a llegar a nuevas preguntas sin respuesta de lo que pudo haber pasado con las fichas cambiadas en nuevas tiradas de la ruleta. Que sean errores no significa que no cometerlos hubiera sido mejor para mí. No lo sabemos. Comprender por fin que tienes que hacer tu parte, pero que hay mucho en juego que no depende de ti.

Lo que sí sabemos es que soy afortunado. Afortunado por estar rodeado de personas que me quieren y me aprecian, por haber nacido en la parte del mundo donde se come tres veces al día, y abres el grifo y el agua se puede beber. Por estar sano, ser sabio, no deber nada a nadie, y poder ir con la cabeza alta por la calle. Por seguir teniendo cerca a ese pequeño pájaro llamado «Ahora» que me picotea cuando me desvío demasiado del objetivo de disfrutar del momento.

Por seguir pudiendo disfrutar de las cosas que me hacen feliz: las personas que me rodean, la música, la lectura, la escritura, la radio, el cine, el deporte, los viajes, las motos, la buena bebida y la buena comida. Seguir aprendiendo cosas nuevas cada día. Conocer nuevas personas que te enriquecen, y te ayudan a ver tus defectos y a pulirlos.

Por haber luchado contra la adversidad y haber vencido. Por seguir siendo constante, resistente, y tener fuerza de voluntad para hacer muchas cosas. Ser leal, honesto, precavido (sí, doctor, lo intento ser para todo), tener la mirada limpia, y ser, en el buen sentido de la palabra, bueno. Y justo. Y la consciencia de que venimos solos a este mundo y solos nos iremos. Aunque afortunado de tener la mejor copiloto para este viaje de la vida.

Al final de Cinema Paradiso, la viuda de Alfredo (el operador del cine) le dice a Salvatore que le había dejado al morir un carrete de película sin etiqueta y el viejo taburete que usaba para operar el proyector. Cuando vuelve a su casa, descubre que el carrete es un montaje muy especial: contiene todas las escenas románticas que el sacerdote había ordenado cortar de las películas por la censura, que Alfredo había empalmado una detrás de otra, y que este le había prometido cuando era pequeño.

Yo espero tener también al final de mi vida un muy bonito y largo carrete lleno de escenas memorables, que ya estoy acumulando. Porque eso es lo que nos va a quedar: una preciosa colección de fotogramas empalmados, pequeños pedazos de felicidad, uno detrás de otro. Un verdadero tesoro.

Feliz año nuevo a todos.

9 comentarios en “LA VIDA…IBA EN SERIO

  1. Feliz año para tí y tu familia.Me ha encantado esas lineas que salen del corazón y de la razón.
    Espero y aspiro a tener tu equilibrio y que pueda también al final del camino decir …he llegado y no hice mal a nadie conscientemente…. Feliz Año.

  2. Querido José, me gusta mucho todo lo que dices y estoy muy contenta de haber podido disfrutar de alguna de tus vivencias. Espero que lo sigamos haciendo.
    Yo, estoy un rato más allá que tú en ese recorrido por la vida. El carrete ya lo tengo
    muy lleno y no puedo evitar preguntarme ¿hasta cuando? Pero, entre tanto, espero seguir con fuerzas para disfrutar de los buenos amigos y las buenas gentes q la vida te ofrece, los caminos recorridos y por recorrer… y muchas de las cosas q tú mencionas y que sabes que nosotros también compartimos.

    • Querida amiga, no te preguntes hasta cuándo, sino hasta dónde. Ya sabes que el secreto de la vida no es alargarla, sino ensancharla. Espero que sigamos compartiendo en el futuro ese ensanchamiento. Un abrazo grande!

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