HOMBRES JUGANDO CONTRA NIÑOS. FINALES DE LA NBA 2013-14


Recuerdo la primera vez que vi a Popovich. Fue en la temporada 1998-99. Parecía salido de una peli de la Guerra Fría. Entonces seguía las retransmisiones del gran Andrés Montes, y éste le tenía un poco de manía: cada vez que su cara llena de marcas aparecía en la pantalla, empezaba con la cantinela de “teléfono rojo, volamos hacia Moscú”. Pero aunque sirvió en las Fuerzas Aéreas estadounidenses durante cinco años, y se graduó en Estudios Soviéticos, no llegó a entrar en la CIA en realidad. No era muy partidario Andrés Montes de Popovich, y como nos caía bien y nos reíamos mucho con sus retransmisiones, el hecho de que le llamara amarrategui y ultra defensivo hizo que en su momento no apreciáramos bien lo que estábamos viendo. Y llegó Phil Jackson para poner la guinda del rechazo con su teoría del “anillo del asterisco”, cuando San Antonio ganó su primer título de la NBA en la temporada del lockout.

Entonces nos gustaban los Lakers de Shaq y Kobe, y el gurú Phil Jackson, con un juego mucho más vistoso y espectacular. Los Lakers, ya con Jackson de vuelta tras su año sabático, ganaron tres anillos consecutivos. Pero después, San Antonio ganó tres más en los cinco años siguientes, y sin asterisco.

La verdad es que, mirando atrás, San Antonio con Popovich ha sido como la chica que la primera vez que la ves no solamente te parece poco agraciada, sino que además no te cae bien, incluso te parece antipática. Luego la vas conociendo mejor y te va cayendo mejor, hasta que intimas con ella,  pasáis más tiempo juntos, y ya no es que te deje de caer mal, sino que te acabas enamorando. Como me he acabado enamorando de los Spurs en estas finales de la NBA de la temporada 2013-14.

Llevo viendo finales de la NBA desde la temporada 1982-83, y confieso que esta es la vez que más he disfrutado como espectador-entrenador. No recuerdo en mi vida una exhibición de juego colectivo tal en la NBA, salvo momentos puntuales de los Sacramento Kings de la década del 2000 (con Jayson Williams, Divac, Chris Webber, etc). Momentos puntuales también de los Celtics de los 80, y poco más. En una NBA cada vez más condenada al 1×1, al aclarado, como mucho al 2×2, ver los cuatro jugadores sin balón ejecutando movimientos como un ballet, y buscando el jugador con balón siempre el pase extra para ganar ventaja, ha sido tremendo.

En mi opinión la quintaesencia de los deportes de equipo como el baloncesto es el hecho de que un equipo es (debe ser) muchísimo más que la suma de sus individualidades. Todo se resume en la frase que una y otra vez repetía el maestro Pop en los tiempos muertos de los Spurs: «We gotta do this together» (debemos hacer esto juntos). Si en vez de cinco contra cinco se hubiera jugado uno contra uno, muy posiblemente sería otro el campeón. Una defensa de equipo extraordinaria, por momentos rayando la perfección, junto con un acierto en ataque motivado por un excelente movimiento de balón, se han combinado para hacer de San Antonio una máquina imparable. Un conjunto de nueve-diez jugadores donde todos suman, donde cada pieza es sustituible, y donde todos se pueden adaptar a las vicisitudes de cada encuentro. Kawhi Leonard ha sido el MVP, pero el verdadero jugador más valioso ha sido el EQUIPO.

Estoy contento como aficionado, porque creo que todo esto es muy bueno para el baloncesto. El hecho de que el campeón sea el que demuestra que lo importante es el equipo, los fundamentos individuales y colectivos, la defensa, el buen movimiento de balón, las buenas decisiones…Estaba cansado ya de “me la juego yo y todo el mundo a la lavandería”. Y que no hace falta ser ni el más alto, ni el más fuerte, ni el más musculoso, ni el que más mates hace…Se puede ser como Boris Diaw, gordito y un jugador extraordinario, que ha dado un master de fundamentos de juego en estas series finales. Tanto él como Duncan parecen escapados de un vídeo de baloncesto de los años 80. Pero me han parecido hombres jugando contra niños.

Dos cosas más: es importante que los niños y las niñas vean que es importante saber mover los pies, saber pasar y cuándo hacer cada cosa; saber tirar; botar para ir a alguna parte y no haciendo prospecciones petrolíferas en el parquet. Y dos, que los americanos abran más la mente y vean que, por ejemplo, el máximo anotador del último mundial puede ser un jugador muy importante en la NBA saliendo del banquillo (aunque sea australiano); y que fuera de EEUU se han cuidado mucho más los fundamentos, quizá porque los niños de 15 años no son estrellas sino jugadores en desarrollo, que tienen todavía mucho por aprender.Popovich

Guardaré estos cinco partidos como si fueran cinco tarros de esencia del mejor perfume baloncestístico, como tengo guardados otros pocos más.

Quien me iba a decir a mí que me iba a enamorar a mi edad de un tipo malencarado y gruñón, al que nunca he visto sonreír, y que parece sacado de una novela de John Le Carré.

Enhorabuena, Spurs. Enhorabuena, Sr. Popovich. Yo estaba equivocado. Y Andrés Montes, donde esté, estará de acuerdo conmigo.

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