LOS PRIMEROS BOICOTS EN LA NBA Y EL PAPEL DE BILL RUSSELL

En uno de los episodios del programa de fútbol americano Café Lombardi, al que de vez en cuando me admiten como animal de compañía, hablamos este año de las diferencias entre la NBA y las demás ligas profesionales norteamericanas en lo que concierne a la defensa de los derechos sociales. Comentamos que la NBA lleva mucha ventaja al resto, y a la luz de los últimos acontecimientos, he decidido rescatar brevemente las dos primeras veces que ocurrió algo similar a lo que está pasando ahora en la NBA.

Se dice estos días que estamos ante un hecho histórico, al haberse aplazado los partidos correspondientes a los playoff de la NBA que debieron jugarse el pasado 26 de agosto, debido al tiroteo de la policía contra Jacob Blake, que recibió siete disparos en la espalda, y que puede quedar paralítico, al tener dañada la médula espinal.

Quiero hoy contar brevemente los dos primeros episodios de boicot, ocurridos hace casi 60 años. El primero de ellos es bastante similar a lo que está ocurriendo ahora, y el segundo es relativo a los derechos laborales de los jugadores, pero en ambos casos los jugadores lucharon para defender lo que consideraban justo, poniendo en riesgo sus carreras deportivas.

El primero de ellos sucedió en 1961. Los Celtics de Boston y los St. Louis Hawks tenían que jugar un encuentro de exhibición en Lexington, Kentucky. La NBA trataba de despertar el interés de los locales, ya que los jugadores Frank Ramsey de Boston y Cliff Hagan de St. Louis habían sido compañeros de equipo en la Universidad de Kentucky. Pero no todos los jugadores de los Celtics y los Hawks serían bienvenidos como Ramsey y Hagan, ambos blancos.

Hay que decir en primer lugar que los Boston Celtics han tenido fama de ser un equipo con pocos jugadores negros. Sin embargo, los Celtics han abierto más puertas raciales que ningún otro equipo en el deporte norteamericano. En 1950, su propietario Walter Brown seleccionó al primer jugador negro en la historia de la NBA en el draft, Chuck Cooper, con la decimocuarta elección total. Cuando le dijeron que era un negro, y por lo tanto, no era seleccionable, él dijo que mientras supiera jugar le daba igual si era de lunares.

Cuando en 1956 enviaron a dos jugadores blancos miembros luego del Hall of Fame Cliff Hagan y Ed Macauley para conseguir el número dos del draft y elegir a Bill Russell, todos se rieron de Red Auerbach, porque pensaron que había cometido un tremendo error. Pero Russell fue la primera super estrella negra elegida por un equipo en la NBA, y el jugador de la historia con más títulos de campeón, con 11, record todavía hoy vigente. En 1965, los Celtics fueron el primer equipo en poner a jugar un quinteto titular integrado por cinco jugadores negros (Russell, Sanders, K.C. Jones, Sam Jones and Willie Naulls). En 1966, fueron el primer equipo con un entrenador jefe negro, cuando Russell sustituyó a Auerbach.

Sin embargo, los propios jugadores negros vivieron episodios de racismo en Boston: la casa de Russell fue atacada violentamente, no podían abrir negocios en el centro de la ciudad, a algunos les plantaron cruces ardiendo en el jardín de su casa; incluso la ceremonia de retirada de la camiseta con el número 6 de Bill Russell tuvo que hacerse sin público en el Boston Garden.

Pero volvamos a 1961. El incidente tuvo su origen en el hecho de que a dos jugadores de Boston y futuros miembros del Hall of Fame, Sam Jones y Thomas Sanders, se negaron a servirles el desayuno en la cafetería del hotel en el que se alojaban los Boston Celtics. “Habíamos bajado a comer y dijeron: ‘Bueno, realmente no podemos servirles a ustedes’”, dijo Sanders en 2018.

Entonces, Bill Russell, que ya había ayudado a los Celtics a ganar cuatro de esos anillos, fue a la habitación del legendario entrenador Red Auerbach junto con K C Jones, a decirle que los jugadores negros del equipo se negaban a jugar, y que volvían a Boston. «Le dije a Red que nos íbamos», recordó Russell en 2013. «Dije que era porque era importante para mí que todos, en todas partes, supieran que los jugadores negros están decidiendo que se defenderán por sí mismos». Y ya en 1961 dijo: “me estoy dando cuenta de que somos aceptados como artistas, pero que no somos aceptados como personas en algunos lugares. «

Se unieron al boicot un rookie de los Celtics, Al Butler, y dos jugadores de San Louis. Uno de ellos fue Cleo Hill. El caso de este jugador es peculiar, una especie de caso Kaepernick muchas décadas antes. Fue el primer jugador de la historia salido de una universidad exclusiva para afroamericanos (Winston Salem State) en ser elegido en una primera ronda del Draft de la NBA. Después del boicot, sus compañeros Bob Petit (que era la estrella de los Hawks) y Cliff Hagan se quejaron a los propietarios de que lanzaba demasiado a canasta, y éstos presionaron al entrenador Paul Seymour para cambiar el rol de Hill en el equipo. El entrenador se negó, y el jugador fue inmediatamente despedido. Nunca volvió a jugar en la NBA. Desde 1962 a 1968 jugó en ligas menores, como la CBA, la ABL o la EPBL, pero ningún equipo de la NBA le hizo una oferta. Y fue un número 8 del draft en 1961, siendo campeón de conferencia en la universidad y promediando 26,7 puntos por partido.

Auerbach intentó convencer a sus jugadores para que jugaran, porque todas las entradas estaban vendidas y el partido se jugaría, aunque finalmente acabó llevándoles él mismo al aeropuerto.  El partido en efecto se jugó, pero sólo con jugadores blancos. Por el contrario, el propietario de los Celtics, Walter Brown, le dijo a Auerbach que el partido no debería haberse jugado en absoluto y prometió «no volver a someter a mis jugadores a esa vergüenza nunca más». Ramsey también apoyó a Russell y a los demás jugadores negros, y dijo sentirse avergonzado como nativo de Kentucky (su famosa frase “ninguna persona con cerebro en Kentucky es segregacionista”). Sin embargo, la estrella más grande del equipo en ese momento, Bob Cousy, no dijo nada sobre el episodio, aunque en 2018 manifestó su arrepentimiento. Fíjense en la diferencia de la actitud de los jugadores blancos entonces y ahora.

Vamos con la segunda ocasión en la que hubo un boicot, aunque en este caso fue por sus derechos laborales. El All Star Game de la NBA venía celebrándose desde 1951, y en 1964 iba por primera vez a ser retransmitido en directo por televisión. Horas antes del partido, Tom Heinsohn, presidente del entonces ilegal sindicato de jugadores, dijo que no jugarían si no les reconocían como sindicato, y los propietarios hacían otra serie de concesiones. El dueño de los Lakers, Bob Short, amenazó a Jerry West y a los demás jugadores de los Lakers con expulsarles de la liga a perpetuidad si no jugaban el partido.

Finalmente, los propietarios cedieron: la liga reconoció al sindicato y se jugó el partido. Se hicieron concesiones importantes en todos los ámbitos. Se creó el primer plan de pensiones para jugadores de la NBA y se les concedieron seguros médicos. Los sueldos aumentaron, de modo que ya no tenían que buscar trabajos veraniegos. Se requirió que cada equipo contratara a un preparador físico. Tanto los jugadores como los propietarios se beneficiaron enormemente. La NBPA fue el primer sindicato en ser reconocido en los principales deportes estadounidenses. El béisbol (1966) y el fútbol americano (1968) pronto siguieron su ejemplo.

Bill Russell, que hoy tiene 86 años, ha visto, ha luchado y ha sufrido mucho. Por eso cuando el miércoles pasado animó a los jugadores de la NBA por defender lo que es justo, esas palabras adquirieron un significado muy especial. Hay veces que la vida es más grande que el juego.

POR QUÉ ME GUSTAN LOS EQUIPOS QUE ME GUSTAN

Mi querido amigo Vicente Torres me preguntó el otro día por los simbolismos de mis preferencias deportivas, y pensé que sería bueno contestar por aquí, porque la ocasión lo merece.

En primer lugar decir que respecto del fútbol europeo ya he escrito aquí al respecto. Soy aficionado al Athletic de Bilbao desde mi más tierna infancia, y el porqué lo expliqué en esta entrada. No voy a repetir lo que ya dije, pero sí diré dos cosas: el día que el Athletic fiche extranjeros habrá perdido un aficionado; y me repugna cómo los nacionalistas vascos han intentado apropiarse del club, como de tantas otras cosas.

En segundo lugar, el baloncesto. Soy fan del Estudiantes, y lo explico. Cuando empecé a jugar con siete u ocho años, a los que jugábamos al baloncesto nos llamaban niñas y maricas. El deporte de hombres era el fútbol, por supuesto, y el recreo de cada día era 22 contra 22 (media clase contra la otra media), y el Madrid contra el Atlético. Mi madre conocía algunos jugadores del Real Madrid (Fernando Romay, Iturriaga, que era vecino de mi tío), y le regalaban posters del equipo. Y me gustaban mucho Delibasic (que medía dos metros y hacía filigranas con el balón) y Dalipagic (que era un tirador terrorífico). Y con esa simpatía me fui a ver al antiguo campo del Real Madrid en la extinta Ciudad Deportiva un Real Madrid-Estudiantes. Y eso cambió mi vida (baloncestística): cómo mola la Demencia, como mola David Russell, me encantan los cánticos, los disfraces de moros, el juego alegre, los mates y tapones de Russell, ese entrenador peculiar llamado Paco Garrido («haced lo que queráis pero hacedlo bien», les dijo en un tiempo muerto perdiendo de un punto, y ganaron el partido). Y cuando escarbé un poco me quedé fascinado.

Veo muchos paralelismos entre el Athletic y el Estu: promoción de la cantera, haciendo jugar a los de casa (de hecho el Estu es la cantera del Madrid, desde Fernando Martín a Alberto Herreros); cuando un jugador destaca, se lo lleva un grande a golpe de talonario; siendo pobres siempre o casi siempre están en la pomada; son los únicos equipos de sus respectivas ligas que nunca han jugado en Segunda División junto con el Real Madrid y el Barcelona; y suelen jugar en Europa (bueno, el Estu ahora lleva unos años bastante malos y que no juega en Europa, pero lo ha hecho a lo largo de décadas). Cuando eres un equipo mediano y ganas, la satisfacción es mucho mayor. Aparte, odio a los equipos que tienen el dinero por castigo. Yo impondría en el fútbol español (y europeo) por ley el sistema americano, con tope salarial incluido, que premia la buena gestión deportiva por encima del dinero. Los New York Knicks han sido durante varias temporadas el equipo que más dinero se ha gastado y ni siquiera se han clasificado para los playoffs. Y otra muestra: Oklahoma City Thunder fue el peor equipo de la NBA en 2009 y en 2011 jugó la final. Es como si el Rayo Vallecano o el Eibar perdieran el título en la última jornada con el Barsa o el Madrid este año. Estantería de ciencia ficción, al final del pasillo.

La cuadratura del círculo tuvo lugar las últimas temporadas, en que el Estu tuvo un entrenador de Bilbao, Txus Vidorreta, y fan del Athletic. Él piensa que el Estu es el Athletic del baloncesto. De hecho, uno de los himnos colegiales, con la melodía de la clásica Desde Santurce a Bilbao, reza: “Desde Aluche a Serrano vengo por todo el bordillo, la chilaba remangada luciendo los calzoncillos…”. Quizá la persona que ha sabido condensar la filosofía estudiantil y además narrarla de forma muy amena es Guille Ortiz, en libros como Ganar es de horteras, que recomiendo sinceramente, incluso a los no aficionados.

Del otro lado del Atlántico mi equipo favorito son los Utah Jazz, y la razón es un poco estúpida. Cuando empecé a ver partidos de la NBA en los años 80 todos éramos o de los Celtics o de los Lakers. Yo simpatizaba más por los Celtics: siempre he sido un tipo serio y formal, hasta para jugar al baloncesto, y eso de ver jugar a Larry Bird (un tipo que parecía el ganador de un concurso de beber cerveza en el bar de Moe, y con un físico que correspondía) me encantaba. Los fantasmas del Boston Garden, el parquet como el de mi casa, el campo sin aire acondicionado con jugadores a punto de desmayarse…Mi hermano, como es un cachondo, siempre fue de los Lakers (el showtime, baby).

Pues el caso es que descubrí que había un equipo que se llamaba Utah Jazz, y como yo estaba entonces en plena fiebre del jazz, y no lo conocía ni panete, pues me hice muy fan (aclaro que cuando su estrella era Adrian Dantley, es decir, antes de Karl Malone y John Stockton). Quién me iba a decir que escribiría muuuuchos años después para una página web de los Utah Jazz en castellano. Posteriormente descubrí un tipo que hacía cosas increíbles con el balón y que jugó allí unos años antes, Pistol Pete Maravich, y que con el Doctor J, Julius Erving, han sido mis únicos ídolos. También es un equipo mediano, que suele clasificarse para los playoffs, y nunca ha ganado la NBA (jugó dos finales con la mala suerte de tener como rivales a un tal Michael Jordan y un entrenador llamado Phil Jackson, el señor de los anillos).

El fútbol americano es capítulo aparte. Empecé a ver los partidos en un programa que había en Telemadrid los domingos por la mañana a principio de los años 80, se llamaba Supersports y lo presentaba Antonio Fernández Muro. Guillermo Gómez, ex jugador, hacía los comentarios. Y ahí me enamoré (igual que lo estaba Guillermo) de Randall Cunningham, y con él de los Philadelphia Eagles. También poco a poco empecé a apreciar el fútbol americano, que es un juego donde todo es estrategia, y donde el entrenador es más importante. Es el deporte de equipo por excelencia: puedes tener las mejores individualidades, pero si uno sólo falla, la jugada se va al garete. Me solía gustar el rugby cuando iba a la universidad, pero cuando entendí y conocí el fútbol americano, no hay comparación. Con todo el respeto, el rugby es más simple que el mecanismo de un chupete. La riqueza táctica del fútbol americano es infinitamente superior. Es como comparar el ajedrez con las damas.

Los Eagles también son un equipo mediano: suelen jugar los playoffs, pero sólo han ganado tres veces el título, en 1948, 1949 y 1960, y jugaron otras dos finales para perderlas, en 1980 y 2004. Tienen historias curiosas y épicas, como la de Vince Papale, un camarero de un bar que tenía 30 años cuando los Eagles convocaron una prueba libre para que cualquiera se pudiera unir al equipo, y que no había jugado en serio desde el instituto. Disney hizo una película sobre esta historia en 2006 (Invincible), protagonizada por Mark Whalberg, y que podéis ver entera aquí. Han tenido siempre, igual que el Estudiantes (David Russell, Rickie Winslow, Chandler Thompson), jugadores espectaculares que merece la pena ver jugar (Randall Cunningham, Michael Vick, Lesean McCoy, DeSean Jackson, Donovan MacNabb, Reggie White, Steve Van Buren). Su afición es muy conocida por ser de las más leales de la NFL, habiendo vendido todas las entradas para todos los partidos desde 1999.

Resumiendo, creo que todos mis equipos tienen en común: ser capaces de ganarles a cualquiera; no tener el dinero por castigo; y darme alegrías de vez en cuando. Además de tener una de las mejores aficiones en cada deporte. En el fondo creo que lo que me gusta es el equipo humilde que de vez en cuando toca el cielo…o se queda al borde de tocarlo.

Espero que te haya gustado, querido Vicente.

HOMBRES JUGANDO CONTRA NIÑOS. FINALES DE LA NBA 2013-14

Recuerdo la primera vez que vi a Popovich. Fue en la temporada 1998-99. Parecía salido de una peli de la Guerra Fría. Entonces seguía las retransmisiones del gran Andrés Montes, y éste le tenía un poco de manía: cada vez que su cara llena de marcas aparecía en la pantalla, empezaba con la cantinela de “teléfono rojo, volamos hacia Moscú”. Pero aunque sirvió en las Fuerzas Aéreas estadounidenses durante cinco años, y se graduó en Estudios Soviéticos, no llegó a entrar en la CIA en realidad. No era muy partidario Andrés Montes de Popovich, y como nos caía bien y nos reíamos mucho con sus retransmisiones, el hecho de que le llamara amarrategui y ultra defensivo hizo que en su momento no apreciáramos bien lo que estábamos viendo. Y llegó Phil Jackson para poner la guinda del rechazo con su teoría del “anillo del asterisco”, cuando San Antonio ganó su primer título de la NBA en la temporada del lockout.

Entonces nos gustaban los Lakers de Shaq y Kobe, y el gurú Phil Jackson, con un juego mucho más vistoso y espectacular. Los Lakers, ya con Jackson de vuelta tras su año sabático, ganaron tres anillos consecutivos. Pero después, San Antonio ganó tres más en los cinco años siguientes, y sin asterisco.

La verdad es que, mirando atrás, San Antonio con Popovich ha sido como la chica que la primera vez que la ves no solamente te parece poco agraciada, sino que además no te cae bien, incluso te parece antipática. Luego la vas conociendo mejor y te va cayendo mejor, hasta que intimas con ella,  pasáis más tiempo juntos, y ya no es que te deje de caer mal, sino que te acabas enamorando. Como me he acabado enamorando de los Spurs en estas finales de la NBA de la temporada 2013-14.

Llevo viendo finales de la NBA desde la temporada 1982-83, y confieso que esta es la vez que más he disfrutado como espectador-entrenador. No recuerdo en mi vida una exhibición de juego colectivo tal en la NBA, salvo momentos puntuales de los Sacramento Kings de la década del 2000 (con Jayson Williams, Divac, Chris Webber, etc). Momentos puntuales también de los Celtics de los 80, y poco más. En una NBA cada vez más condenada al 1×1, al aclarado, como mucho al 2×2, ver los cuatro jugadores sin balón ejecutando movimientos como un ballet, y buscando el jugador con balón siempre el pase extra para ganar ventaja, ha sido tremendo.

En mi opinión la quintaesencia de los deportes de equipo como el baloncesto es el hecho de que un equipo es (debe ser) muchísimo más que la suma de sus individualidades. Todo se resume en la frase que una y otra vez repetía el maestro Pop en los tiempos muertos de los Spurs: «We gotta do this together» (debemos hacer esto juntos). Si en vez de cinco contra cinco se hubiera jugado uno contra uno, muy posiblemente sería otro el campeón. Una defensa de equipo extraordinaria, por momentos rayando la perfección, junto con un acierto en ataque motivado por un excelente movimiento de balón, se han combinado para hacer de San Antonio una máquina imparable. Un conjunto de nueve-diez jugadores donde todos suman, donde cada pieza es sustituible, y donde todos se pueden adaptar a las vicisitudes de cada encuentro. Kawhi Leonard ha sido el MVP, pero el verdadero jugador más valioso ha sido el EQUIPO.

Estoy contento como aficionado, porque creo que todo esto es muy bueno para el baloncesto. El hecho de que el campeón sea el que demuestra que lo importante es el equipo, los fundamentos individuales y colectivos, la defensa, el buen movimiento de balón, las buenas decisiones…Estaba cansado ya de “me la juego yo y todo el mundo a la lavandería”. Y que no hace falta ser ni el más alto, ni el más fuerte, ni el más musculoso, ni el que más mates hace…Se puede ser como Boris Diaw, gordito y un jugador extraordinario, que ha dado un master de fundamentos de juego en estas series finales. Tanto él como Duncan parecen escapados de un vídeo de baloncesto de los años 80. Pero me han parecido hombres jugando contra niños.

Dos cosas más: es importante que los niños y las niñas vean que es importante saber mover los pies, saber pasar y cuándo hacer cada cosa; saber tirar; botar para ir a alguna parte y no haciendo prospecciones petrolíferas en el parquet. Y dos, que los americanos abran más la mente y vean que, por ejemplo, el máximo anotador del último mundial puede ser un jugador muy importante en la NBA saliendo del banquillo (aunque sea australiano); y que fuera de EEUU se han cuidado mucho más los fundamentos, quizá porque los niños de 15 años no son estrellas sino jugadores en desarrollo, que tienen todavía mucho por aprender.Popovich

Guardaré estos cinco partidos como si fueran cinco tarros de esencia del mejor perfume baloncestístico, como tengo guardados otros pocos más.

Quien me iba a decir a mí que me iba a enamorar a mi edad de un tipo malencarado y gruñón, al que nunca he visto sonreír, y que parece sacado de una novela de John Le Carré.

Enhorabuena, Spurs. Enhorabuena, Sr. Popovich. Yo estaba equivocado. Y Andrés Montes, donde esté, estará de acuerdo conmigo.

EL MEJOR PERIODISTA DE BALONCESTO DE ESPAÑA

Cuando era joven y comencé a pensar en qué carrera estudiar, claramente una de las opciones era la carrera de periodismo. El no hacerlo fue una decisión consciente, les explicaré el por qué: varios famosos periodistas de entonces y de ahora (Federico Jiménez Losantos, Carlos Herrera, Carlos Francino, Ana Blanco, Santiago González, Jesús Cacho, Arturo Pérez Reverte) no tienen la carrera. De hecho, hasta hace relativamente poco no existía la posibilidad de estudiarla, era un oficio que se aprendía entrando a trabajar en un periódico o en una radio. No voy a entrar en la presunta utilidad o no de la carrera, les dejo a los que la han estudiado que opinen al respecto. Pero entonces los que nos orientaban en el instituto acerca de qué opción elegir nos decían que era una carrera que no tenía mucha utilidad, era mejor estudiar Derecho o Económicas y luego se podía uno especializar en información de tribunales o de economía. Yo mismo empecé ingeniería informática, pero cuando ya estás trabajando con ingenieros a tu lado, la motivación por estudiar desaparece. Carlos Francino decía algo parecido hablando de la carrera de periodismo.

El caso es que no lo hice, aunque motivación tenía para llegar a trabajar de periodista, ya que desde los doce años me convertí en un fan de la radio, e hice amistad con varios periodistas conocidos en el mundo de la música, como ya he contado en otro post. Me encantaba ir a la radio a ver cómo se hacían los programas, y cuando era pequeño jugaba con mi hermano a hacer programas de radio. Por otro lado, siempre he sido un lector empedernido. Mi madre me enseñó a leer antes de ir al colegio, y ya escribía mis pequeños relatos con siete años. He seguido escribiendo desde entonces, tuve épocas en que me gustaba más la poesía y hace un tiempo me dedico más al ensayo. Pero nunca pensé en serio que me podía dedicar profesionalmente a escribir. Lo hacía como afición, en revistas y fanzines en la universidad, mientras estudiaba Derecho, esa carrera con tantas salidas…Quien me iba a decir que muchos años después estaría varios años como colaborador del programa de música de mi media naranja, Cara B, en Radio Vallekas, y que incluso realizaría yo algunos de ellos. Durante mi periplo en UPyD también escribí algunos artículos para la web del partido, y desde 2005 tengo mi blog, este que están leyendo ahora, que me permite desfogar mis ganas de escribir. He tenido experiencias muy gratas en 8 años, como la historia de Benjamín González, que de repente hizo que cientos de chilenos entraran a leer mi blog.

Ahora colaboro para una web en español sobre el equipo de la NBA Utah Jazz, Spanish to Salt Lake (http://spanishjazzfan.wordpress.com/), escribiendo algunos artículos por pura afición. He sido un fan del baloncesto desde mi más tierna infancia, he jugado, y he sido entrenador durante 17 años. Y todo esto viene porque en la pasada feria del libro tuve el honor de conocer en persona al que considero mejor periodista de baloncesto de este país de largo (con la excepción de Vicente Salaner, del que creo ha sido un alumno aplicado y casi único): Gonzalo Vázquez. Sus artículos en El punto G (acb.com), o la revista JotDown son de lo mejor que he leído en muchísimo tiempo. Con todo el respeto para los demás, y es solamente mi opinión, los textos de Gonzalo son de otra galaxia; no es otra liga, es otro deporte incluso. Siempre digo que a veces he comprado el As o el Marca y cuando he terminado de leerlo, me ha quedado la sensación de haber tirado a la basura el dinero; como un caldo de asilo en forma de texto. Por el contrario, las entradas de Gonzalo tienen la calidad de los mejores articulistas de prensa generalista o política escrita en español que yo conozca; quizá demasiada, para la media del público deportivo hispano, como se puede comprobar en los comentarios a algunos de sus artículos en la revista JotDown, que le critican: “escribes largo como una carretera americana”, “eres un pesao”, “cabrea leer un ladrillo como este” y otras lindezas parecidas. No se hizo la miel para la boca del asno. Cuando la mayoría de la prensa deportiva de España tiene el nivel de la prensa rosa, Gonzalo es simplemente demasiado bueno para ser apreciado por la mayoría. Su serie de Leyendas del playground es simplemente maravillosa, y cualquier buen aficionado al baloncesto no podrá levantar la vista de la pantalla.

Lo que me ha llevado hasta aquí es que, tras conocerle en persona e intercambiar algunas palabras, cuando llegué a casa pensé: ¿y por qué no le intento entrevistar para la página web? Y entonces empecé a investigar un poco en internet sobre él para hacer un guión acerca de qué preguntas formular. Me quedé de piedra: yo sabía que había estado viviendo en Nueva York, incluso había seguido sus artículos escritos desde allí, intentando cumplir su sueño. Pero no supe hasta ahora mismo que lo había pasado mal, la gente que iba a pagarle o no le pagó o le pagó menos, incluso tuvo tuberculosis. En Solobasket escribieron un artículo denunciando la situación. El blog Jugones también se hacía eco en un post escrito por Matraco titulado ‘Si Gonzalo Vázquez no vive de esto’, en el que denunciaba que no se le diera un trabajo digno a una de las personas que más y mejor conocen la NBA en España. Muy reveladora es la última frase del artículo: “El consumidor es soberano dirán muchos. Verdades a medias. A veces consumimos lo que nos dan”. Recibió el apoyo de mucha gente cuando lanzó este tweet. En esta entrevista con los lectores en el diario El Mundo del 28 de noviembre de 2012, ya de vuelta de Nueva York, podemos leer algunas claves al respecto. Y aunque él afirma que “ni de lejos me acerco yo a Enric” [González], muchos sí que lo situaríamos al mismo nivel literario y de calidad.

Lo que nos lleva al tema de cómo ha afectado internet al periodismo deportivo. A diferencia de por ejemplo hace diez o quince años, tenemos multitud de blogs, páginas web oficiales y no oficiales, cuentas de twitter, Facebook, medios deportivos en internet, youtube; y los más tradicionales: prensa escrita, radio y televisión, junto con los libros. Incluso en estos tenemos la posibilidad de la radio por internet. Y la posibilidad de interactuar con personas antes inalcanzables, y obtener información especializada al instante que antes era inimaginable. Pero como dice el post anterior de Jugones, al final es la persona que está detrás. Porque en definitiva, por muchos medios y técnica moderna que haya, lo que queda realmente son los textos y las palabras. No hay Photoshop para escribir un texto, es el que es, sea hablado, leído en un papel o en un blog.

Solo me queda desearle a Gonzalo que las cosas le vayan bien. Porque se lo merece. Y egoístamente nosotros como espectadores y aficionados también nos lo merecemos. En la vida en general y en todas las profesiones, no siempre el mejor es el que triunfa. Y en nuestra sociedad se premia muchas veces la mediocridad sobre la excelencia; se dice que en EEUU el que vale de verdad acaba llegando a triunfar. Yo no lo sé porque no he tenido la posibilidad de comprobarlo. Puede ser. Y sí que creo con Richard Vaughan que la suerte no existe, que yo puedo mandar en mi destino, y si trabajas duro al final llega la recompensa, por muchos desalmados que te cruces en tu camino. Porque la única ley que no se puede eludir es la ley de la gravedad, y el verdadero valor siempre acaba cayendo por su peso. Más tarde o más temprano. La vida hasta ahora me lo ha demostrado.